miércoles, 4 de noviembre de 2009

lunes, 19 de octubre de 2009

viernes, 16 de octubre de 2009

ÉTICA PARA AMADOR

FRAGMENTO DE ÉTICA PARA AMADOR.
FERNANDO SAVATER


En lo único que a primera vista todos estamos de acuerdo es en que no estamos de acuerdo con todos. Pero fíjate que también estas opiniones distintas coinciden en otro punto: a saber, que lo que vaya a ser nuestra vida es, al menos en parte, resultado de lo que quiera cada cual. Si nuestra vida fuera algo completamente determinado y fatal, irremediable, todas estas disquisiciones carecerían del más mínimo sentido. Nadie discute si las piedras deben caer hacia arriba o hacia abajo: caen hacia abajo y punto.
     Los castores hacen presas en los arroyos y las abejas panales de celdillas hexagonales: no hay castores a los que tiente hacer celdillas de panal, ni abejas que se dediquen a la ingeniería hidráulica. En su medio natural cada animal parece saber perfectamente lo que es bueno y lo que es malo para él si discusiones ni dudas. No hay animales malos ni buenos en la naturaleza, aunque quizá la mosca considere mala a la araña que tiende su trampa y se la come. Pero es que 1a araña no lo puede remediar...
     Voy a contarte un caso dramático. Ya conoces a las termitas, esas hormigas blancas que en África levantan impresionantes hormigueros de varios metros de alto y duros como la piedra. Dado que el cuerpo de las termitas es blando, por carecer de la coraza quitinosa que protege a otros insectos, el hormiguero les sirve de caparazón colectivo contra ciertas hormigas enemigas, mejor armadas que ellas. Pero a veces uno de esos hormigueros se derrumba, por culpa de una riada o de un elefante (a los elefantes les gusta rascarse los flancos contra los termiteros, qué le vamos a hacer). En seguida, las termitas-obrero se ponen a trabajar para reconstruir su dañada fortaleza, a toda prisa. Y las grandes hormigas enemigas se lanzan al asalto. Las termitas-soldado salen a defender a su tribu e intentan detener a las enemigas. Como ni por tamaño ni por armamento pueden competir con ellas, se cuelgan de las asaltantes intentando frenar todo lo posible su marcha, mientras las feroces mandíbulas de sus asaltantes las van despedazando. Las obreras trabajan con toda celeridad y se ocupan de cerrar otra vez el termitero derruido... pero lo cierran dejando fuera a las pobres y heroicas termitas-soldado, que sacrifican sus vidas por la seguridad de las demás. ¿No merecen acaso una medalla, por lo menos? ¿No es justo decir que son valientes?
     Cambio de escenario, pero no de tema. En la Ilíada, Homero cuenta la historia de Héctor, el mejor guerrero de Troya, que espera a pie firme fuera de las murallas de su ciudad a Aquiles, el enfurecido campeón de los aqueos, aun sabiendo que éste es más fuerte que él y que probablemente va a matarle. Lo hace por cumplir su deber, que consiste en defender a su familia y a sus conciudadanos del terrible asaltante. Nadie duda de que Héctor es un héroe, un auténtico valiente. Pero ¿es Héctor heroico y valiente del mismo modo que las termitas-soldado, cuya gesta millones de veces repetida ningún Homero se ha molestado en contar? ¿No hace Héctor, a fin de cuentas, lo mismo que cualquiera de las termitas anónimas? ¿Por qué nos parece su valor más auténtico y más difícil que el de los insectos? ¿Cuál es la diferencia entre un caso y otro?
     Sencillamente, la diferencia estriba en que las termitas-soldado luchan y mueren porque tienen que hacerlo, sin poderlo remediar (como la araña que se come a la mosca). Héctor, en cambio, sale a enfrentarse con Aquiles porque quiere. Las termitas-soldado no pueden desertar, ni rebelarse, ni remolonear para que otras vayan en su lugar: están programadas necesariamente por la naturaleza para cumplir su heroica misión. El caso de Héctor es distinto. Podría decir que está enfermo o que no le da la gana enfrentarse a alguien más fuerte que él. Quizá sus conciudadanos le llamasen cobarde y le tuviesen por un caradura o quizá le preguntasen qué otro plan se le ocurre para frenar a Aquiles, pero es indudable que tiene la posibilidad de negarse a ser héroe. Por mucha presión que los demás ejerzan sobre él, siempre podría escaparse de lo que se supone que debe hacer: no está programado para ser héroe, ningún hombre lo está.    De ahí que tenga mérito su gesto y que Homero cuente su historia con épica emoción. A diferencia de las termitas, decimos que Héctor es libre y por eso admiramos su valor.
      Y así llegamos a la palabra fundamental de todo este embrollo: libertad. Los animales (y no digamos ya los minerales o las plantas) no tienen más remedio que ser tal como son y hacer lo que están programados naturalmente para hacer. No se les puede reprochar que lo hagan ni aplaudirles por ello porque no saben comportarse de otro modo. Tal disposición obligatoria les ahorra sin duda muchos quebraderos de cabeza. En cierta medida, desde luego, los hombres también estamos programados por la naturaleza. Estamos hechos para beber agua, no lejía, y a pesar de todas nuestras precauciones debemos morir antes o después. Y de modo menos imperioso pero parecido, nuestro programa cultural es determinante: nuestro pensamiento viene condicionado por el lenguaje que le da forma (un lenguaje que se nos impone desde fuera y que no hemos inventado para nuestro uso personal) y somos educados en ciertas tradiciones, hábitos, formas de comportamiento, leyendas ... ; en una palabra, que se nos inculcan desde la cunita unas fidelidades y no otras. Todo ello pesa mucho y hace que seamos bastante previsibles. Por ejemplo, Héctor, ese del que acabamos de hablar. Su programación natural hacia que Héctor sintiese necesidad de protección, cobijo y colaboración, beneficios que mejor o peor encontraba en su ciudad de Troya.
     También era muy natural que considerara con afecto a su mujer Andrómaca -que le proporcionaba compañía placentera- y a su hijito, por el que sentía lazos de apego biológico-Culturalmente, se sentía parte de Troya Y compartía con los troyanos la lengua, las costumbres y las tradiciones. Además, desde pequeño le habían educado para que fuese un buen guerrero al servicio de su ciudad y se le dijo que la cobardía era algo aborrecible, indigno de un hombre. Si traicionaba a los suyos, Héctor sabía que se vería despreciado y que le castigarían de uno u otro modo. De modo que también estaba bastante programado para actuar como lo hizo, ¿no? Y sin embargo...
     Sin embargo, Héctor hubiese podido decir: ¡a la porra con todo! Podría haberse disfrazado de mujer para escapar por la noche de Troya, o haberse fingido enfermo o loco para no combatir, o haberse arrodillado ante Aquiles ofreciéndole sus servicios como guía para invadir Troya por su lado más débil; también podría haberse dedicado a la bebida o haber inventado una nueva religión que dijese que no hay que luchar contra los enemigos sino poner la otra mejilla cuando nos abofetean. Me dirás que todos estos comportamientos hubiesen sido bastante raros, dado quien era Héctor y la educación que había recibido. Pero tienes que reconocer que no son hipótesis imposibles, mientras que un castor que fabrique panales o una termita desertora no son algo raro sino estrictamente imposible. Con los hombres nunca puede uno estar seguro del todo, mientras que con los animales o con otros seres naturales sí por mucha programación biológica o cultural que tengamos, los hombres siempre podernos optar finalmente por algo que no esté en el programa (al menos, que no esté del todo).
     Podemos decir «sí» o «no», quiero o no quiero. Por muy achuchados que nos veamos por las circunstancias, nunca tenemos un solo camino a seguir sino varios. Cuando te hablo de libertad es a esto a lo que me refiero. A lo que nos diferencia de las termitas y de las mareas, de todo lo que se mueve de modo necesario e irremediable. Cierto que no podemos hacer cualquier cosa que queramos, pero también cierto que no estamos obligados a querer hacer una sola cosa. Y aquí conviene señalar dos aclaraciones respecto a la libertad: Primera: No somos libres de elegir lo que nos pasa (haber nacido tal día, de tales padres y en tal país, padecer un cáncer o ser atropellados por un coche, ser guapos o feos, que los aqueos se empeñen en conquistar nuestra ciudad, etc.), sino libres para responder a lo que nos pasa de tal o cual modo (obedecer o rebelarnos, ser prudentes o temerarios, vengativos o resignados, vestirnos a la moda o disfrazarnos de oso de las cavernas, defender Troya o huir, etc.).
     Segunda: Ser libres para intentar algo no tiene nada que ver con lograrlo indefectiblemente. No es lo mismo la libertad (que consiste en elegir dentro de lo posible) que la omnipotencia (que sería conseguir siempre lo que uno quiere, aunque pareciese imposible). Por ello, cuanta más capacidad de accción tengamos, mejores resultados podremos obtener de nuestra libertad. Soy libre de querer subir al monte Everest, pero dado mi lamentable estado físico y mi nula preparación en alpinismo es prácticamente imposible que consiguiera mi objetivo. En cambio soy libre de leer o no leer, pero como aprendí a leer de pequeñito la cosa no me resulta demasiado difícil si decido hacerlo. Hay cosas que dependen de mi voluntad (y eso es ser libre) pero no todo depende de mi voluntad (entonces sería omnipotente), porque en el mundo hay otras muchas voluntades y otras muchas necesidades que no controlo a mi gusto. Si no me conozco ni a mí mismo ni al mundo en que vivo, mi libertad se estrellará una y otra vez contra lo necesario.
     Pero, cosa importante, no por ello dejaré de ser libre... aunque me escueza. En la realidad existen muchas fuerzas que limitan nuestra libertad, desde terremotos o enfermedades hasta tiranos. Pero también nuestra libertad es una fuerza en el mundo, nuestra fuerza. Si hablas con la gente, sin embargo, verás que la mayoría tiene mucha más conciencia de lo que limita su libertad que de la libertad misma. Te dirán: «¿Libertad? ¿Pero de qué libertad me hablas? ¿cómo vamos a ser libres, si nos comen el coco desde la televisión, si los gobernantes nos engañan y nos manipulan, si los terroristas nos amenazan, si las drogas nos esclavizan, y si además me falta dinero para comprarme una moto, que es lo que yo quisiera?» En cuanto te fijes un poco, verás que los que así hablan parece que se están quejando pero en realidad se encuentran muy satisfechos de saber que no son libres. En el fondo piensan: «¡Uf! ¡Menudo peso nos hemos quitado de encima!
     Como no somos libres, no podemos tener la culpa de nada de lo que nos ocurra ... »Pero yo estoy seguro de que nadie -nadie- cree de veras que no es libre, nadie acepta sin más que funciona como un mecanismo inexorable de relojería o como una termita. Uno puede considerar que optar libremente por ciertas cosas en ciertas circunstancias es muy difícil (entrar en una casa en llamas para salvar a un niño, por ejemplo, o enfrentarse con firmeza a un tirano) y que es mejor decir que no hay libertad para no reconocer que libremente se prefiere lo más fácil, es decir, esperar a los bomberos o lamer la bota que le pisa a uno el cuello. Pero dentro de las tripas algo insiste en decirnos: «Si tú hubieras querido ... » Cuando cualquiera se empeñe en negarte que los hombres somos libres, te aconsejo que le apliques la prueba del filósofo romano.    En la antigüedad, un filósofo romano discutía con un amigo que le negaba la libertad humana y aseguraba que todos los hombres no tienen más remedio que hacer lo que hacen. El filósofo cogió su bastón y comenzó a darle estacazos con toda su fuerza. « ¡Para, ya está bien, no me pegues más! », le decía el otro. Y el filósofo, sin dejar de zurrarle, continuó argumentando: «¿No dices que no soy libre y que lo que hago no tengo más remedio que hacerlo? Pues entonces no gastes saliva pidiéndome que pare: soy automático. »Hasta que el amigo no reconoció que el filósofo podía libremente dejar de pegarle, el filósofo no suspendió su paliza.    La prueba es buena, pero no debes utilizarla más que en último extremo y siempre con amigos que no sepan artes marciales...
     En resumen: a diferencia de otros seres, vivos o inanimados, los hombres podemos inventar y elegir en parte nuestra forma de vida. Podemos optar por lo que nos parece bueno, es decir, conveniente para nosotros, frente a lo que nos parece malo e inconveniente. Y como podemos inventar y elegir, podemos equivocarnos, que es algo que a los castores, las abejas y las termitas no suele pasarles.
     De modo que parece prudente fijarnos bien en lo que hacemos y procurar adquirir un cierto saber vivir que nos permita acertar. A ese saber vivir, o arte de vivir si prefieres, es a lo que llaman ética.
     De ello, si tienes paciencia, seguiremos hablando en las siguientes páginas de este libro.

vete leyendo...

     «¿Y si ahora, dejando en el suelo el abollonado escudo y el fuerte casco y apoyado la pica contra el muro, saliera al encuentro del inexorable Aquiles, le dijera que permitía a los Atridas llevarse a Helena y las riquezas que Alejandro trajo a llión en las cóncavas naves, que esto fue lo que originó la guerra, y le ofreciera repartir a los aqueos la mitad de lo que la ciudad contiene y más tarde tomara juramento a los troyanos de que, sin ocultar nada, formasen dos lotes con cuantos bienes existen dentro de esta hermosa ciudad?... Mas ¿por qué en tales cosas me hace pensar el corazón?» (Homero, Ilíada).

     «La libertad no es una filosofía y ni siquiera es una idea: es un movimiento de la conciencia que nos lleva, en ciertos momentos, a pronunciar dos monosílabos: Sí o No. En su brevedad instantánea, como a la luz del relámpago, se dibuja el signo contradictorio de la naturaleza humana» (Octavio Paz, La otra voz).

     «La vida del hombre no puede "ser vivida" repitiendo los patrones de su especie; es él mismo -cada uno- quien debe vivir. El hombre es el único animal que puede estar fastidiado, que puede estar disgustado, que puede sentirse expulsado del paraíso» (Erich Fromm, Ética y psicoanálisis).




domingo, 11 de octubre de 2009

¿Cómo prepararse para un examen?


Antes del examen

- Imagen: ccarlstead -
Lo más importante a la hora de preparar un examen es planificarlo con antelación, no dejarlo para unos días antes, ya que esto puede llevar a acumular en un breve periodo de tiempo un exceso de información que difícilmente ayudará a obtener los resultados deseados. El tiempo será el mejor aliado para poder poner en práctica las principales técnicas de estudio que facilitan el proceso de aprendizaje, porque no se trata sólo de estudiar, sino de hacerlo con método.
Si no se ha comprendido lo que se ha estudiado difícilmente se podrá recordar
Estudiar y comprender son términos que están íntimamente ligados. Si no se ha comprendido lo que se ha estudiado, difícilmente se podrá recordar en el momento de hacer un examen. Tal como recoge Luís M. Martínez Domínguez en su libro 'El estudio de los hijos: soluciones para padres', "el estudio para que sea eficaz debe ser activo". ¿Qué significa esto?, pues que leer sin más, memorizar o copiar lo que pone en el libro son actividades pasivas que no posibilitan la comprensión de lo estudiado, sin embargo, utilizar técnicas de aprendizajecomo el esquema, el subrayado o el resumen son comportamientos activos que facilitan la comprensión de la materia.
Miguel Salas Parrilla, en su libro 'Cómo preparar un examen con eficacia', recoge los pasos fundamentales en el estudio de un texto o de un tema aplicando estas técnicas: en primer lugar, se debe realizar una lectura rápida de lo que hay que estudiar, para tener una idea general de los contenidos; posteriormente, es necesaria una segunda lectura analítica subrayando las ideas más importantes, y a continuación, elaborar un esquema que servirá de base para hacer un resumen del tema. Para finalizar, es importante, asimismo, repetir de forma oral o por escrito el esquema y repasar todo.
Las técnicas de aprendizaje permiten tener una información lógica y visual de lo que se estudia
Como apunta Parrilla, estas técnicas permiten tener una información lógica y visual de lo que se está estudiando. El esquema "permite fotografiar la estructura del tema destacando las ideas principales y los nexos de unión entre ellas y de subdivisión con respecto a las ideas secundarias que de ellas dependen", mientras que el resumen "acostumbra al alumno a redactar el tema sin olvidar ninguna idea importante y relacionar ideas entre sí, estableciendo los nexos de dependencia y subordinación". Por supuesto, si este trabajo se ha realizado con antelación, durante el transcurso del trimestre, será más fácil y más rápido asimilar y memorizar los contenidos que si se deja para el último momento.
Pero además de estudiar, hay una serie de aspectos que el alumno debe tener en cuenta antes del examen para poder prepararlo eficazmente. En primer lugar, siempre será de ayuda prestar la debida atención al profesor en clase, atendiendo a los puntos en los que hace más énfasis, ya que estos temas tendrán siempre más probabilidad de salir en un examen; también es importante que se anoten las dudas que surjan durante el desarrollo de la clase y se consulten posteriormente con el profesor. Por otra parte, es fundamental conocer las prácticas habituales del profesor cuando programa un examen: qué tipo de examen suele poner, su forma de calificar, si suele repetir las mismas preguntas, a qué le da más importancia... para ello, además de preguntar al profesor, sería interesante consultar con alumnos de años anteriores, ellos podrán facilitar las mejores pistas para hacerse una idea del examen al que hay que enfrentarse.
Los expertos coinciden en que la noche antes del examen hay que descansar
Y llegó la noche antes del examen. Si hay algo en que coinciden la mayoría de los expertos en el tema es que la noche antes de presentarse a un examen hay que descansar. Lo recomendable sería dejar de estudiar en torno a las diez de la noche y después realizar alguna actividad relajante como escuchar música, ver televisión o darse un baño. Eso sí, antes de acostarse, es imprescindible revisar que se cuenta con todo el material necesario para realizar el examen: más de un bolígrafo, calculadora si se permite, documento identificativo si es necesario o cualquier otro material que el profesor haya indicado en clase.

jueves, 24 de septiembre de 2009

AMOR Y PAZ

Hippies en transito...

FRASES DE LOS HIPPIES

"Los hippies empezaron el movimiento ecológico. Combatieron el racismo. Se liberaron de los estereotipos sexuales, alentaron el cambio, el orgullo individual y la confidencialidad. Cuestionaron el materialismo robótico. En cuatro años se las arreglaron para detener la guerra de Vietnam. Lograron que la marihuana sea descriminalizada en catorce estados durante la administración Carter.Timothy Leary (Caos y Cybercultura).

"Si vas para San Francisco, asegurate de llevar una flor en el pelo"Scott McKenzie.

"Me gustan las ideas de crear ruptura, de dar vuelta el orden establecido. Estoy interesado en cualquier tipo de revuelta, desorden, caos, especialmente actividad que parezca no tener ningún significado. Parece el mejor camino hacia la libertad - libertad externa es una forma de llegar a la libertad interior."Jim Morrison.

"..Si tu quieres ser libre, sé libre, porque hay un millón de cosas por que ser"Cat Stevens (If you want to sing out).

"Imagina no tener posesiones, me pregunto si puedes, no hay necesidad para el egoísmo y el hambre, una fraternidad del hombre. Imagina toda la gente compartiendo el mundo"John Lennon (Imagine)